Artículos para Consejeros

La Cadena de Violencia

 

Antes de comenzar a hablar sobre este fuerte tema, veamos un caso.


Caso de Luisito

 

Este es el caso de Luisito, un niño de cinco años carismático y alegre que fácilmente te contagia de su alegría y con cada cosa que dice o hace te hace . sonreir cómo sucede con muchos otros niños. Un día en llegar Luis a su casa de la escuela, pasa a la cocina a servirse agua, busca su vaso de plástico, pero no lo encuentra. Por lo que busca otro y encuentra el tarro de vidrio de su papá que le regaló hace muchos años su abuelo como recuerdo de Alemania. Comienza a servirse su lecheComienza a servirse de su leche y de pronto el tarro se le resbala y se rompe en pedazos. Oyendo esto el papá corrió a la cocina y al darse cuenta le gritó a Luis con pleno enojo — “¡Eres un estupido!  ¿Por qué no agarraste tu vaso? ¿Quién te dio permiso de agarrar el mío? ¡Mira lo que hiciste tonto! — Alzó su brazo y le dio una cachetada dio una fuerte a Luisito.


Luisito en llanto corr a su cuarto a encerrarse y no quería hablar con nadie.

Lamentablemente escenas como esta se fueron repitiendo en diferentes situaciones produciendo la ira del papá de Luisito frecuente mente y cada vez le costaba más a Luis mantener aquella sonrisa y aquella alegría y carisma que tenía desde que era un niño.

Ya no era el mismo Luisito alegre como el que todos habían conocido por ir acumulando tanto dolor y escenas como está de parte de su papá.


Cadena de Violencia

 

Puede que esta escena nos suene familiar por alguna situación vivida o que alguien más nos haya contado en algún momento. Tanto hombres y mujeres han llegado a experimentar violencia tanto física como verbal adentro o fuera de la casa. Podemos sentir el dolor que pudo haber sentido Luisito con tan sólo escuchar su historia aunque hayamos o no vivido una situación así.

¿Como tratarías a Luisito sabiendo lo que él paso?

¿Si de repente él se vuelve a equivocar en algo ¿Tú llegarías a enojarte tanto con él y le guardarías rencor o lo perdonarías? ¿Perdonarías a Luisito si llega cometer otro error?

¿Llegarías a juzgar a Luisito sabiendo lo que él vivió?


Creo que la mayoría contestaríamos a todas estas preguntas un “no”, “para nada”, “claro que no” o similar. 

Tendríamos compasión de Luisito y  hasta puede que trataríamos de ayudarle.

Sin embargo, creo que muchos hemos llegado a hacer lo contrario hacia muchos Luisitos que podemos ver ahora en la actualidad como adultos.

Cuándo Luisito creció, se casó y tuvo un hijo con el que llegó a repetir muchas de las actitudes de su padre que él también vivió. Muchas víctimas de violencia han llegado a ser los que pasan a ser los violentos después.

 

Podemos encontrarnos a cantidad de Luices o Luisas ya adultos, que traen toda una historia por detrás que si la viéramos, pensaríamos muy diferente de ellos y tendríamos más compasión. Esto les influyó grandemente a ser personas violentas siendo adultos. El mismo papá de Luisito fue uno de ellos. No podemos culpar a nadie porque todo se fue haciendo desde una cadena de cientos de años atrás. La maldad y el pecado del hombre que vemos ahora por el pecado original, Comenzó por una persona y se fue haciendo toda una cadena. Génesis 6:11-12 menciona “11 Y se corrompió la tierra delante de Dios, y estaba la tierra llena de violencia. 12 Y miró Dios la tierra, y he aquí que estaba corrompida; porque toda carne había corrompido su camino sobre la tierra”. Todos tenemos cierta semilla de violencia por lo que hemos vivido o hasta simplemente por lo que hemos visto en medios de televisión. 


Cualquier víctima de violencia puede llegar a ser influido (a) a ser algún día violento de igual manera. Por lo que tanto la persona que comete la violencia como la persona que recibe en la violencia deben tener mucho cuidado y evitar ser impulsados a ser violentos. Para evitar esto, es necesario perdonar a la persona que lo (la) violento. Un obstáculo del perdón puede ser la manera en que estamos viendo a esa persona y la manera que nos vemos a nosotros mismos

 

Microscopio hacia la otra persona

 

Por un microscopio podemos ver más cosas pequeñas que a simple vista no se ven.

Si de la otra persona recordamos que trae toda una historia que a la mejor no conocemos mucho y que esa persona en su momento puede haber tenido una experiencia similar a la de Luisito, podemos llegar a tener compasión de esa persona sin vernos a nosotros mismos. Aunque no justificamos el pecado de la otra persona podemos tener un poco de compasión hacia el/ella. Esa persona también fue víctima como tú lo ha sido, así que los dos han sido parte de esa violencia pero cada uno en un momento diferente.


Soltar Cargas a Dios

 

Son escenas horrendas las que uno llega pasar al vivir una escena de violencia hacia nosotros. Dejan unas marcas en nuestro corazón y da mucha tristeza con tan sólo recordarlas. Sólo que uno de los grandes errores de una víctima de violencia es enfocarse tanto en esa marca haciendo aquella herida mucho más grande en lugar de dejarla en manos de Dios y perdonar a esa persona que le hizo daño para poder liberarse, regocijarse en el corazón de Cristo y dejar que Él lo sane con su amor y gracia. Oh Señor, por todas estas cosas los hombres vivirán, y en todas ellas está la vida de mi espíritu; pues tú me restablecerás, y harás que viva.  He aquí, amargura grande me sobrevino en la paz, mas a ti agradó librar mi vida del hoyo de corrupción; porque echaste tras tus espaldas todos mis pecados” (Isaías 38:16-17). 


A veces no hemos sido conscientes que uno mismo pudo llegar a ser igual de violento que aquella persona fue con nosotros. Aún más al guardar rencor aumenta aquella tristeza hasta convertirse en angustia y aquel enojo en ira que si no se perdona lo sucedido y se dejan todas aquellas cargas en manos de Dios, dañaremos a los demás de igual manera como nos han dañado a nosotros, formándose continuamente aquella cadena de violencia. “Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados” (Hebreos 12:15).

 

Microscopio hacia ti mismo

 

Solemos ver los errores de afuera y que deben hacer los demás pero nunca volteamos a ver hacia adentro y que debemos hacer nosotros. “Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mí camino de perversidad, y guíame en el camino eterno.” (Salmos 139:23-24). A la hora de verte a ti, en lugar de verte como la persona víctima que sufrió y padeció de violencia, debemos también ver la otra parte de nosotros que es una persona que también ha tenido muchísimos pecados hacia los demás y hacia Dios. Hemos también cometido violencia física o verbal hacia otras personas consciente o inconscientemente. Por eso Dios nos dice perdona los demás como yo te he perdonado a ti (Mateo 6:14-15).

 

Tu Mente Controlada por tu Carne

 

A veces con tan sólo una palabra podemos llegar a lastimar a mucha gente y podemos crear la misma marca por violencia verbal hacia una persona que la marca que deja una persona por violencia física. El impacto y el dolor causado es lo que se va a quedar ahí en memoria causando más daño de lo que en si sucedió. Nuestra interpretación tiene mucho que ver. 


Si nuestra mente está enfocada en uno mismo como víctima, uno mismo el que sufrió, uno mismo el que fue violentado, uno como el que no quiere perdonar, nuestro centro ídolo está siendo uno mismo y no estamos poniendo a Dios en primer lugar. Por eso la misma víctima puede llegar a cometer violencia después siguiendo a sus emociones, heridas, enojos, su ira y todo lo acumulado dejándose llevar por lo que le dice su carne, más no Dios. Un ídolo no es sólo una estatua a la que idolatramos si no cualquier cosa que ponemos en nuestro corazón primero que a Dios. Él debe ser el único ídolo en nuestro corazón. Todo ese dolor que traemos cargando si lo entregamos a Dios y perdonamos a aquella persona así como Dios nos perdonó a nosotros, vamos siendo liberados grandemente por el Espíritu Santo y todo eso queda atrás

 

Ver Cada Situación desde una Perspectiva Bíblica 

 

Es muy diferente ver una situación con perspectiva bíblica a con perspectiva humana. La perspectiva humana nos puede engañar de muchas maneras. “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?” (Jeremías 17:9).

 

Muchas teorías psicológicas tienden a enfocarse solo en la víctima para hacer sentir bien a esa persona, pero muchas veces se descarta a la otra persona señalando como el “malo/mala” que cometió algo muy malo, viendo solo el pecado del otro sin pensar en que hemos hecho nosotros mismos. ¿Hemos sido también violentos verbal o físicamente con alguien?

 

Si se hubiera sabido el caso de Luisito, en un hombre o mujer violenta que conocemos ahora, desde una perspectiva humana, ni compasión hubiéramos tenido y lo veríamos con coraje, ataque y culpable. En psicología el humano llega ser el centro de atención de todo esto, se  enfoca en que le satisface a uno, cómo se siente bien uno, que no le deben de hacer, entre otros. Pero descartamos que dice Dios y al prójimo, descartando los dos principales mandamientos y siendo como Eva tentada a que se enfoque en ella misma  se olvide de lo que dice Dios.


Todos somos humanos con necesidades, pasados, pescados, errores, virtudes y debemos ser todos una familia en Cristo demostrando ese amor al prójimo con esa comprensión y entendimiento porque no somos los únicos. El que ha cometido violencia también ha sido víctima, también ha sufrido, también ha tenido su historia, también tiene un corazón, también necesita perdón. Es decir, quien cometió la violencia es un humano al igual que tú.


Así que tenemos que tener compasión de todas las personas violentas que podemos llegar a encontrarnos y que han llegado a ser parte de nuestras vidas. Son como Luisitos y Lusitas en edad adulta. En lugar de llamarles personas violentas pudiéramos llamarles personas lastimadas e influidas por la violencia”. Recordemos que nosotros mismos podemos ser parte de este grupo de personas como parte de la cadena de violencia.

 

Perdonar a Personas Lastimadas e Influidas por la Violencia

 

Tanto la persona violenta como la víctima de esa violencia han sido personas lastimadas e influidas por la violencia. Así como Dios nos ha perdonado a nosotros al haber sido violentos (as) alguna vez consciente o inconscientemente, hay que perdonar a los demás.

 

La clave más importante para este tipo de situaciones que es el perdón. Así como cualquiera de nosotros perdonaría a Luisito por un error sabiendo lo que él vivió, deberíamos perdonar a cualquier persona que ha sido violenta. El pasado de esta persona no lo justifica y lo que hizo o esta haciendo cualquier persona violenta no esta bien. Todo pecado tiene sus consecuencias. Cualquiera que fue víctima sólo que a veces la misma víctima se llega a poner en su propia jaula de rencor y llega a dañarse más a través de los años que de lo que lo/la llegó a dañar aquel persona que fue violento con el/ella.

Vivir con Personas Violentas

 

Si vives con una persona que practica la violencia hacia ti, primero que todo debes perdonar para librarte de todo eso que has acumulado al vivir este tipo de experiencias y después debes discernir con Dios si lo ideal es estar aislado o en distancia de esa persona. Para los casados, esto no significa que deben de divorciarse, sino puede que se necesite estar con cierta distancia un tiempo para que Dios trabaje en el corazón de cada uno como hijos de Dios. Todos sabemos que dice la palabra de Dios sobre el divorcio y si no te invito a que tomes tu biblia y estudies más al respecto. 


No hay como el consejo de nuestro Señor para saber qué es lo mejor y que es su verdad y no cuál es la verdad el hombre. A leer la Palabra, trata de soltar plenamente todos aquellos pensamientos, dolores, y todo eso que llevas cargando para que no interfieran tus pensamientos en la interpretación de la Palabra y en el discernimiento de lo que Dios trata de decirnos mediante su verdad.

Lo que estamos seguros que Dios le diría a cualquiera que esté sufriendo o haya sufrido violencia ya sea con sus padres, cónyuge o cualquier otra persona es que los perdones. El resto disciérnelo con Dios.